domingo, 10 de febrero de 2008

"La divina Filotea" en la serie de edición crítica de los autos sacramentales calderonianos

Pedro Calderón de la Barca, La divina Filotea, ed. Luis Galván, Kassel, Reichenberger, [Teatro del Siglo de Oro, Ediciones críticas, 149], 2006, 255 p.
ISBN: 3-937734-24-4.


Dentro de la impecable edición crítica de los autos sacramentales completos de Calderón de la Barca, La divina Filotea hace el número 53 de la serie y, como en autos anteriores, el editor ubica el texto en su época (autoría, fecha, título y representaciones), lo sitúa en la tradición literaria, analiza el contenido doctrinal del auto, establece el panorama textual, realiza la sinopsis métrica y da cuenta de la memoria de las apariencias.

Este auto se representó para el Corpus de 1681, junto con El cordero de Isaías. En uno de los mejores manuscritos (FG) se lee que se trata de “El penúltimo que escribió el año MDCLXXXI”, lo que aparentemente parece indicar que Calderón, que falleció ese año, lo hizo después de escribir la totalidad del texto. Tardíamente se conoció con el título de Amar y ser amado, pero del manejo de documentación se desprende que La divina Filotea es el único título de origen seguro calderoniano.

A pesar del adjetivo “divino” del título, lo que parece sugerir una relación con El divino Jasón y El divino Orfeo, la obra no lleva a cabo una interpretación religiosa alegórica de un argumento profano, sino una acción dentro de la tradición de la plaza sitiada, la psicomaquia, las aventuras caballerescas y el mito de Psiquis y Cupido. El motivo de la plaza sitiada fue empleado por el dramaturgo en El cubo de la Almudena, que proporciona a La divina Filotea una estructura básica a partir de la cual se añaden pasajes nuevos. Como psicomaquia, este auto presenta una lucha por la conquista Filotea, el “alma en gracia” (vv. 67, 79), y conecta con la Psycomachia de Prudencio (siglo IV).

También la obra se vincula con el género caballeresco: a la contienda entre dos pretendientes que se disputan a Filotea, hay que añadir el amor a distancia, por medio de un retrato, o el incógnito que debe mantenerse hasta la victoria del héroe, el Príncipe de la Luz. La banda que a éste cubre el rostro le emparenta con la habitual venda de la iconografía de Cupido. De esta manera el auto enlaza con el mito de Psique y Cupido. Por su naturaleza sacramental, en La divina Filotea se tratan cuestiones teológicas. En realidad, todos los personajes se reducen a cuatro: Filotea (con sus sentidos, su entendimiento y sus virtudes teologales), el Demonio, el Príncipe de la Luz y el Mundo (aquí hay que incluir a Ateísmo, Gentilidad y Hebraísmo, pues la Apostasía, avatar del Ingenio, es parte del alma) Al estudiar el contenido doctrinal del auto, Galván se detiene en los sentidos y potencias, los enemigos del alma, las virtudes teologales y los misterios de la fe. Concluye afirmando que en este auto, cuya acción recuerda la de una comedia caballeresca, se representa “la vida moral como combate de las virtudes contra los enemigos del alma, y una síntesis de los principales misterios de la fe católica” (p. 24).

El editor agrupa los veintidós testimonios conservados en dos grupos principales y establece filiaciones dentro de cada grupo. Finalmente, después de dar cuenta de los errores comunes, postula un estema y basa su edición en los testimonios FG (Biblioteca de la Fundación Lázaro Galdiano, signatura M1-1-19) y P (Autos sacramentales…, Parte primera, Madrid, Manuel Ruiz de Murga. 1717). Por último, reproduce la memoria de las apariencias, conservada en un manuscrito que, si bien no es autógrafo, está firmado por Calderón. Cierra el texto la lista de variantes y el índice de notas.

Catalina Buezo
Universidad Complutense de Madrid